miércoles, 7 de noviembre de 2018

EL SECRETO



Poco tiempo después de que los alemanes fueron expulsados de la Hacienda de Casa Grande y se cambió al sistema cooperativo. Ciertos obreros de campo, fueron vistos con buenos ojos ante los manda-mases de la Empresa Azucarera; ya que demostraron mucha habilidad y destreza en las labores que se les encomendara en las grandes hectáreas de caña de azúcar.
Por fruto de aquel  esfuerzo y dedicación de aquellos curtidos trabajadores. Muchos de ellos, fueron subidos a los cargos de Mayordomía; con la finalidad de hacer más llevadera su labor en los campos y de enseñar a los nuevos obreros, las variadas tareas en el cultivo de esta dulce materia prima que se utiliza para elaborar el azúcar.
Y tiempo atrás de que suceda este acontecimiento, había uno dentro de los centenares de obreros, que se destacaba de los demás por su peculiar forma y estilo de trabajar.
Al principio no era notorio, ya que cada quien andaba enfrascado en su quehacer diario, pero de pronto empezó a ser visible y a destacar de entre los demás de una manera sobrenatural, y más, al hacer el centro de atracción y ser el origen de algunas preguntas que se hacían cuando lo veían despeñarse en sus labores.
 Este hombre, era de admirar y ver cómo hacia su trabajo en el corte de caña sin ningún apuro; ya que las tareas de aquellas épocas, eran mucho más pesadas y exigentes que las actuales. Pero para este extraño individuo, la faena del día, era como un juego, que sin ningún tipo de reparo lo podía hacer, y, con toda la  tranquilidad que podía tener a su disposición arrancaba de una manera inigualable.
Aquel sujeto, cortaba una caña con su afilado machete de un tajo, y la empezaba a pelar y a comérselo en trozos hasta acabar con el dulce tallo y dando chance en buen tiempo a sus demás compañeros.
Pasado buen rato, comenzaba su labor tranquilamente, sin apuros, ni repentinos arranques. Y a una distancia de más de veinte metros de sus demás colegas, paulatinamente iba avanzando, tan pronto se alineaba con los demás camaradas, y sin más ni menos, aun ya estando cerca de ellos, se disponía a dejar nuevamente ventaja sobre ellos, que se esforzaban por avanzar y terminar rápidamente tan pesada jornada, pero  para éste  ser sobre humano, que,  ni se inmutaba, avanzaba a pasos agigantados su tarea hasta culminar sin notarse sudoroso, ni cansando y en algunos casos, con su ropa de trabajo totalmente impecable.
Esto conllevó a que sus compañeros de faena, sintieran envidia y empezaron a especular sobre la dudosa fuerza de trabajo  de éste señor, y surgieron inquietudes y murmuraciones entre los trabajadores de campo y comenzó a hablar sobre que aquel hombre y de la boca de los demás nació un rumor y que decía: “ Este compadre usa algún tipo de artimaña o artilugio”. Y muchos comenzaron a teorizar sobre los tipos de amuletos que este señor poseía, y que ya que en algunas circunstancias habría sido visto de manera sospechosa portando algún objeto no habitual en sus manos y que en ciertas veces, lo guardaba con recelo en su bolso de trabajo.
Entre las murmuraciones se escuchaban que este “Secreto" que poseía aquel individuo; era una piedra mágica. Otros, aducían que era un trozo de cristal que en su interior se veía algo así como un líquido donde reposaba unas hermosas flore-cillas, y también de que era un pequeño diablillo encantado dentro de un mediano frasco que le daba tan misterioso poder sobrehumano.
Llego un día en que se reunieron un grupo de obreros a observarlo y a tratar de ver de qué forma contrarrestarían tal acontecimiento mágico de todos los días. Tan pronto empezó la faena, a uno de ellos se le ocurrió de probar fumarlo dando antiguos conjuros al viento y  tirarle  bolos de coca por su espalda.
Transcurrido un tiempo, vieron surtir sus efectos de aquel antiguo conjuro sobre aquel personaje que empezó a ralentizarse cada vez más y más, hasta que sus demás compañeros le aventajaron, mientras el, terminaba totalmente agotado  y en atraso en su labor de corte.
Al final del día, se dispuso a preguntarse del por qué su repetido falleció de fuerzas; dejándolo con la sospecha del origen de su debilidad sin llegar a saber después que había sido uno de sus camaradas de labor.
Al siguiente día, para no sentir el rechazo de sus compañeros, ni su propia vergüenza, se cambió a otro grupo de trabajo, en donde al poco tiempo fue ascendido al nivel de Mayordomo.
Con el correr del tiempo y una vez logrado su intención de ser Mayordomo. Vendió “El Secreto” a un conocido suyo que con el discurrir de los meses, la misma historia se fue repitiendo, logrando casi el mismo propósito.




Anónimo

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