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martes, 1 de noviembre de 2016

LA VIRGEN

Había una vez una señora que tenía dos hijos, un hombre y una mujer, que lavaban la ropa a la virgen.

Llego el dia en que los hijos ya no querían lavar la ropa de la virgen. Un día llegó la virgen para probar a las personas que le lavaban la ropa, convertida en una de sus servidoras. Se fue a ver a los hijos de la señora, Carmen la vio, ignorando que era la virgen, les dijo a sus hijos: Ahí viene la vieja esa para que le laven la ropa de nuevo a la virgen, escóndanse en el corral de los chanchos. Cuando la virgen llegó, los hijos se habían escondido.

La virgen le preguntó a la madre, ¿Carmen están tus hijos?, ella le respondió: No han salido a pastar vacas.

La virgen sabiendo donde estaban escondidos los hijos de Carmen, le dice ¿Y qué tienes en ese hueco?, la señora Carmen le dijo que allí criaba a sus chanchos, la virgen le respondió…¡ Chanchos ¡ chanchos se volverán. La mujer sin tomar sentido aquellas últimas palabras de la virgen, se metió en su casa para esperar que se fuera la vieja, como ella la había llamado vulgarmente.

Cuando la virgen se había ido, Carmen salió de su casa y gritó ¡Salgan hijos, salgan que la vieja ya se fue, y se volvió a meter en su casa!

Pasó un rato y al ver que sus hijos no salían ni se oían sus voces, fue a verlos y se encontró con dos chanchos, una hembra y un macho, la hembra representaba a su hija mujer y el macho representaba a su hijo. Entonces recién Carmen pudo comprender las últimas palabras de la virgen y supo que le había visitado esa mañana, no era una simple servidora de la virgen, si no la misma virgen.

Carmen por más que suplico a la virgen nunca más volvió a ver a sus hijos convertidos en personas. Por todo lo que paso, dicen que dos chanchos hermanos no pueden tener cría.


Anónimo

LA PROCESIÓN DE LOS MUERTOS

Cuentan que había una señora que tenía la costumbre de levantarse todos los días a la medianoche, pero esta señora era muy chismosa, hasta que un día en el que se levantó como de costumbre al asomarse por su ventana vio que venía una procesión. Como la señora era chismosa, decidió quedarse a mirar quien era el que había muerto para contárselo a sus vecinos al siguiente día.

Cuando pasó la procesión por su casa le dijeron: Hermana, acompáñanos al cementerio a enterrar a este señor que acaba de morir, pero mientras le decían esto, le entregaron una vela y le recomendaron: Hermana mañana vendremos a recoger la vela tienes que estar lista para que vengas con nosotros al entierro, vendremos a la misma hora la señora guardó la vela y se fue a dormir.

Al siguiente día fue a ver la vela que le habían entregado la noche anterior y se dio con la sorpresa de que la vela no era una vela sino más bien era una canilla de muerto.

Fue entonces a contárselo al sacerdote de nuestro distrito; una vez que le informo de todo, el sacerdote le aconsejo lo siguiente: Lleva a tu casa un niño, cuando pase la procesión has llorar al niño y después ve a confesarte.

Según el sacerdote la procesión desapareció al escuchar llorar al niño por ser inocente, porque de lo contrario se hubieran llevado a la señora. Lo que sucedió le sirvió de experiencia para dejar de ser chismosa, y desde ese instante la señora dejó de ser chismosa y pasó a ser muy buena.


Anónimo

EL MISTERIO DE LAS CUATRO CRUCES

La historia de las cuatro cruces ubicada en las 4 entradas del pueblo de Santiago de Cao, radica en la creencia de nuestros ancestros santiagueros que a través de generaciones hemos llegado a conocer y a formar parte del legado de este amigable pueblo

Ellos decían que las cruces representan a los cuatro puntos cardinales y les señalaba el norte, el sur, el este y el oeste, que les servía a los aldeanos para guiarse hacia donde ir o qué curso seguir.

Sin embargo las generaciones antiguas afirmaban que las cuatro cruces fueron creadas para protegerse de los demonios, diablos, duendes, mujeres hermosas, brujas, es decir, que todo aquel elemento  que significa encantamiento y para la población santiaguera representaba un temor a la acción demoníaca; contrario a sus creencias religiosas.

Cada entrada del pueblo guarda sus misterios, cierto o no, la gente lleva dentro de sí esta creencia. Mis abuelos me contaban que en cada cruz son distintas apariciones o visiones fantasmales las que se perciben; por ejemplo:

La cruz que se ubica en la entrada norte protegía a los pobladores de la aparición de una vaca de oro con ojos de rubí, unos cuernos bien afilados capaces de traspasar todas las paredes hasta la más fuerte; esta vaca hipnotizaba a aquella persona que quisiera atraparla y lo llevaba a una cueva para jamás volver; otros cuentan que a las 12 de la media noche, salía el diablo tan grande que solo se veía su pie con un zapato, por eso lo llamaban “zapatón” y solo se veía una cortina de humo blanco; aparecía para llevarse un alma pura; la de un niño moro, es decir que todavía no había sido bautizado; por eso a la calle le pusieron el nombre de “Las Ánimas” porque siempre se escuchaba el llanto de un niño.

En lo tanto, la cruz del sur los protegía de una mujer desnuda cuyo cabello era de oro, ojos azules y su piel la más hermosa, encantaba a los hombres y se lo llevaba a un lugar muy lejano de donde jamás regresaban, también se los llevaba a los niños quienes no habían sido bautizados.

En la cruz que se ubica al este cuentan que se les apareció el diablo pero convertido en bebé, ojos rojos y piel delicada; unos pobladores que iban en un tren a la Villa de Santiago de Cao, lo encontraron por el camino, estaba llorando, entonces lo recogieron y lo subieron al tren. Pero el bebé no dejaba de llorar y ya llegando al pueblo se calmó y desapareció en medio de una cortina de humo blanco.

La historia de la cruz del oeste, es un tanto más funesta, ubicada en la punta de una huaca; se decía que ahí existía un duende de ojos rojos que cada luna llena lloraba sangre, este mal hacía que los niños se enfermaran gravemente hasta morir aunque algunos se salvaban de milagro, y eran los que estaban bautizados.

Los enfermaba para así el día de su muerte poderse llevar su alma al infierno para que sufran ahí eternamente.

Esta tierra donde tengo mis raíces, tiene muchas otras leyendas así tan interesantes como la que les acabo de contar. Si tú amigo o amiga, que estés leyendo, vienes a visitar Santiago de Cao, en la provincia de Ascope, departamento de La Libertad, confirmaras que existen estas cruces, que son reales, y te enterarás de muchas historias fantásticas más.

Anonimo

LA HUACA DE LA CAMPANILLA

A esta huaca se le puso el nombre de la huaca de la campanilla, porque allí se pasó una campana de oro puro.

Al enterarse la policía de Huanchaco, la amarraron con cadenas y después de muchos esfuerzos lo llevaron a Huanchaco, en donde permaneció durante 3 días, después se emprendió vuelo y regresó a la huaca. Pasaron varios días, y la policía de Huanchaco regresó para llevarse la campanilla, en Huanchaco permaneció por cuestión de dos días y después regresó a la huaca.

Cuando llegó a ella tocó varias campanadas. La policía volvió a llevar por tercera vez a la campanilla, la campanilla permaneció en Huanchaco solo por unos días y después desapareció, nadie sabe a dónde se fue. Algunos aseguran que se fue al mar, se sumergió allí, otros dicen que se regresó a la huaca y se enterró allí para que nadie la volviera a llevar.

Por todo lo mencionado le pusieron el nombre de la huaca de la Campanilla.


Anónimo

EL FAROL DE LA HUACA DE LA CAMPANILLA

Según los antiguos moradores de nuestro distrito, el farol era muy grande y a los costados tenía unos ganchitos que parecían plumitas, pero todo era de oro puro. Según dicen, el farol salía de las tres huacas y venía en dirección a la huaca de la campanilla, cuando llegaba a esta desaparecía.

Este farol era de oro vivo, el que lo quería agarrar se encantaba convirtiéndose en una joya de oro puro y se enterraba en la huaca de la campanilla. Es así como se explica la desaparición de muchas personas, que por la ambición de oro lo que querían agarrar y se enterraban en la huaca convirtiéndose en oro para siempre.

Anónimo

EL DIABLO QUE ASUSTÓ A LA NIÑA



Había una vez una familia que vivía lejos de Santiago de Cao. El esposo tomaba mucho hasta que un día salió y no había la hora que llegue, cuando dieron las diez de la noche su esposa se preguntó: “¿Por qué no viene?”.
Transcurrido un rato, ya siendo la medianoche, tocaron la puerta, aparentemente era su esposo, pero en realidad era el diablo que había tomado la figura de su esposo.
La señora sirve la comida a su esposo y va a traer agua, de pronto ¡Oh, sorpresa! ¿Qué pasó? Su hijo lloraba a más no poder y es que el papá conforme comía iba botando la comida por la garganta.
La hija mayor, de apenas cinco años, va a decirle a su mamá todo lo que había visto ya que la señora estaba en el estanque sacando el agua.
La madre preocupada por su hija se va corriendo con ella, el diablo las ve y les pregunta ¿A dónde van? La mamá asustada le respondió, voy a traer agua a la laguna y se metieron en ella.
El diablo les dice: “Si no vienen voy a comer a tu hijo menor que lo has dejado en la casa”. La señora a pesar de las amenazas que le hacía el diablo, la madre no salía del agua con su hija que tenía en brazos.
Ya cuando estaba amaneciendo, se escuchó el canto de un gallo, y cuando se dieron cuenta el diablo había desaparecido.
La mamá preocupada y asustada por su hijo, el más pequeño, sale del agua y va rápidamente a verlo, encontrando sólo un montón de huesos.
La madre desconsolada hecha un mar de lágrimas, se va en busca de un sacerdote y le cuenta todo lo que había sucedido.
El sacerdote sumamente sorprendido le aconsejó que haga un pozo de nueve metros de hondo por tres de ancho y metan los huesos del niño, echarle encima la leña y prender fuego, que el diablo no les vea.
En el momento que el diablo se descuidara, tenían que aventarlo al pozo.
Cuando llegó a su casa, la señora encontró a su esposo y también él se enteró de lo que había pasado en su casa.
Los esposos siguieron los consejos que les dio el cura al pie de la letra.
Cuando el diablo apareció se fue a abrigar con el calor del fuego, tal como el cura les había dicho, al acercarse al pozo para abrigarse, en el momento en que se descuidó, lo empujaron quemándose totalmente.
Al siguiente día fueron a ver al pozo y de pronto salió una indefensa paloma de color blanco que se perdió en el cielo.

Anónimo

lunes, 22 de agosto de 2016

HUACA DEL ZAPATO

Un viejo sembrador de San José, una noche de luna llena, con los viejos caminos y los campos iluminados con mucha claridad, iba andando con su palana en el hombro y con puñado de hojas de coca en la boca, masticando lentamente. De pronto, vio que en la huaca del zapato había una luz que irradiaba un fuerte resplandor, de donde salía un extraño ruido como el de las olas del mar. Una pesadez embargo su cuerpo y su espíritu. Llevado por la curiosidad, se acercó con un poco de temor. De repente, vio una planta de limones que tenía esos hermosos frutos amarillos que en la oscuridad de la noche brillaban intensamente y se mecían sin que ningún viento soplara, invitándolos a cogerlos.

Como sabía que en esa huaca nadie había sembrado limones, tuvo miedo de cogerlos. No atinaba que hacer, quiso correr y huir pero no podía moverse. Se quedó estático, empezó a temblar hasta que sacando un poco de valor y fuerza desde lo más hondo de su ser, estiro la mano y evitando que las espinas del limonero lo hieran, cogió dos limones, los más cercanos y fáciles de tomarlos. Los guardo en sus bolsillos y sin mirar hacia atrás salió corriendo, sintiendo que alguien lo seguía.

Muchas voces y ruidos salían detrás de él pero no les hizo caso y corrió,… corrió como loco, cruzo los campos, salto acequias y por fin desfalleciente, sin aliento, llego a su casa, entro sin decir nada, ingreso a su dormitorio y se quedó dormido hasta el día siguiente.

Al despertar por la mañana, no se acordaba de la aventura pasada durante la noche pero sentía un profundo dolor de cabeza y su garganta reseca. Como pudo se levantó para tomar un poco de agua y meter la mano a su bolsillo dio con los limones, pero su sorpresa fue mayor, cuando al sacarlo vio que esos limones eran de oro, entonces recordó lo que le había pasado.

Dicen que con ese oro compro más tierras y llego hacer un próspero agricultor de la zona.


Miguel M.