El Distrito de
Ascope es conocido también por sus leyendas que ahí se cuentan, ya que es una
de los poblados más antiguos del Valle de Chicama. Que, entre sus viejas calles
adornadas con sus casonas de una arquitectura colonial, dejan todavía a la
vista, la magnificencia y el resplandor de uno de los pueblos más bellos del
pasado liberteño. Los pobladores de
Ascope siempre estuvieron expuestos a unos singulares hechos guardados en las
memorias de los más ancianos y, muchos secretos entre sus calles se cuidan
celosamente y, principalmente en sus pampas, vigiladas por el cerro
“Cuculicote”. Ya que, en aquel lugar, se relatan todavía aun, mitos y leyendas,
a aquellos quienes la visitan, y que dan más misticismo a estas tierras.
En “Cuculicote” se
revelan hasta ahora acontecimientos paranormales, que en entre sus rocosas
pendientes, se divisan todavía aun, algún u otro ser, salido del mas abismal
averno. He incluso, se rumorea, que en “Cuculicote” hay una puerta que llega
hasta el mismísimo infierno.
Las historias
que presentaremos a continuación, son relatos de personas naturales de este
pueblo, que les contaron a sus hijos y pasando luego por sus nietos. Los
nombres fueron cambiados para mantener el anonimato de las personas
involucradas. Estos hechos que brindaremos a continuación; sustenta más, que
este lugar está provisto de misticismo fantástico, y mucho más por aquellos
acontecimientos paranormales guardados en la memoria por los pobladores de
este mágico lugar, de este “León dormido”; de esta tierra llena de “leyenda y
cortesía”.
Un día del año
de 1998, sucedió este extraño evento…
Una fría mañana
del mes de agosto de aquel año; doña Nora una humilde mujer natural de Ascope. Iba
de camino a buscar forraje para sus animales de corral. Esta señora natural de
este pueblo, que vivía con sus dos pequeños hijos en una pequeña casa en la
calle Progreso, muy cerca de la acequia que por muchos años los pobladores
veían recorrer sus aguas, y que pasa por debajo de la calle en canales ocultos
de esta avenida principal.
La costumbre de
esta mujer, siempre era salir muy temprano para ir donde el pasto para sus
animales, que, con saco y hoz, se dirigía por el camino de tierra al borde de
la acequia que lo lleva al final de la calle Progreso y que, tras unos viejos
algarrobos, se habría un frondoso monte rodeado por cultivos de maíz y otras
clases de sembríos. En aquel lugar muy apartado de la urbe, yace una antigua plantación
de árboles de eucalipto y donde nacen en medio de un campo unos helechos, que
están rodeados por todo tipo de forraje que sirve de alimento para los animales
de corral.
La última casa
que se ve desde ese lugar, se divisa a muy lejos y solo el viento sopla
ahuyentado el polvo que se guarda entre las tierras de algunos espinos y
algarrobos que ahí habitan. La madre, coge su hoz y va cortando pedazos de
hiervas dulces que son muy agradables para estos animales; ella dirige la vista
entre la maleza, buscando y recogiendo acompañado por sus dos pequeños niños.
Cuando de
repente, algo llama su atención. Escucha unos ladridos, pero no eran ladridos
perros, eran como entre una mescla de aullido y ladrido. La madre temerosa de lo
que puede ser, dirige su mirada hacia donde se originaban tales espantosos
sonidos. Nunca imagino lo que diviso en ese instante. Vio un animal completamente
negro y muy parecido a una grulla gigante, una gran ave, que daba esos
horrorosos aullidos mesclados con ladridos. Cuando el horrendo mostró se dio
cuenta, que esta mujer lo estaba viendo. Dirigió su vista hacia ella, con unos
ojos llenos de furia y locura, y sin vacilar, arremetió contra ella y sus dos hijos.
Cogiendo a uno de ellos con sus garras de una de sus piernas. La aguerrida
madre, peleo duramente con aquel espantoso animal, que agredía la cabeza de
ella, con feroces picotazos, y con sus grandes alas.
Al ver esta
luchadora señora que aquella espantosa bestia se empeñaba a arrebatarle, unos
de sus niños. Se armó de valentía y agarro una pierna de aquel terrorífico
animal y le hundió la punta de la hoz que tenía en la mano, le hundió en la
garra derecha que trataba de arrebatare su pequeño hijo. Para ventura de ella,
la bestia, al sentir el filo de la hoz, salió despavorida de aquel lugar,
abriendo sus negras alas y alzándose en veloz vuelo hacia el cielo.
Cuando todo
regreso a la normalidad, y ya está grande dama respiraba viendo alejarse a
aquella anormal bestia. La madre huyo también de este maldito lugar muy alejado
del poblado. Tras caminar de la mano en paso veloz con sus hijos. Iba
recopilando imágenes de su encuentro con la inexplicable aparición de este
infernal ser, y mientras iba de regreso a su casa ya pasando el campo y ya
estando por la calle Progreso. Algo empezó a atormentar su mente. Al recordar
la mirada de aquel aterrador ser; al recordar las fijas pupilas de los ojos,
que, teñidos con rojo sangre, y que la miraban llenos de odio y maldad. Su
mente comenzó a divagar, mientras corría hacia su casa con sus hijos. Y es que
la mirada de aquella endemoniada ave, eran tan humana y malvada a la vez, que
esta valeros mujer, no podrá olvidar nunca. Ya estando en su casa, fue asistida
por una de sus vecinas que al verla de lejos llegar corriendo muy asustada, la
pregunto qué le había pasado. Dando esta su única respuesta: “Vecina, me
encontré en el campo con una bruja”.
Otro evento
similar muy contado por los pobladores de Ascope…
Una mañana del
año de 1983, donde tormentosas lluvias aparecieron en el cielo. Dos policías
salían de la comisaria en diligencia a hacia una de las casas, que queda en una
de las pendientes rocosas del pueblo de Ascope. A donde van ellos, vive poca
gente en esa zona; ya que al parecer es muy accidentada, pero las personas que
se atrevieron a invadir y construir algunas casas de adobe y quincha. A punta
de pico y pala, tallaron las grandes piedras que sirven de base para sus casas.
La mañana
despertó fría y gris. La niebla de la madrugada todavía no se había disipado,
aun, y más por los rayos de sol que no se hacían presentes todavía. La gente de
esos tiempos, sufría de una epidemia veraniega de gripes, que siempre llevaba a
alguna complicación o males relacionados con el aparato respiratorio.
La gente de esos
años, era muy poca conocedora de las cosas modernas y, vivían en su mayoría, en
una ignorancia, una ignorancia muy ajena de las personas de estos tiempos.
Exactamente, las razones se desconocen, de por
qué los policías emprendieron camino hacia aquella tan apartada casa de esta fémina,
muy arriba del cerro, muy cerca del mirador ascopano. Pero si se sabe, que,
aquella mujer; estaba acusada de ser cómplice de un asesinato, y fue llamada a
la delegación para que conteste algunas preguntas de dicho crimen. Pese al
aviso notificado, nunca se atrevió a dar su testimonio.
De esta misteriosa mujer, solo se sabía que
vivía sola, y que la veían bajar la pendiente hacia plaza, y que solía
frecuentar algunos bares del lugar en las noches. Esta solitaria dama, que
tenía el oficio de curandera. Las malas lenguas decían que:
“Tenía un pacto
con el diablo”. Y en noches de luna, hechizaba a los hombres para que le cumplan
todos sus caprichos, incluso, haciendo que maten, en nombre de ella, para
fortalecer más su pacto con el rey del averno. Muchas mujeres acudían a ella
también en busca de alguna solución, para que sus esposos no caigan en la
seducción de otras mozas. Haciendo que las parejas queden completamente unidas
por sus actos de hechicería.
Volviendo al
relato de los policías. Se cuenta que cuando llegaron hacia la casa en busca de
aquella extraña dama, supuesta-mente cómplice de aquel crimen, que tiene como
tema actos de infidelidad. Los agentes, quedaron consternados, cuando vieron
solo salir de la parte posterior de aquella rustica casa en la pendiente de un
cerro; a un gran ganso negro que habría las alas y emprendía vuelo en un
espanto total de aquellos hombres, que sin bacilar mucho, le dieron un tiro de
revolver. Después, divisaron que se apartaba muy lejos en vuelo, pero poco a
poco caía en picada hacia unas pampas muy cerca de unos campos de maíz. Cuando
fueron a buscarla corriendo por entre las plantaciones de maíz, llegaron a unos
rastros de sangre. Ellos, siguiendo esos rastros de bermeja sangre que se
secaba rápidamente en la tierra. Llegaron a una parte del campo, donde
divisaron a una mujer que iba cojeando desnuda con una herida en pierna de
donde le brotaba espesa sangre, al percatarse ellos que era ala que estaban
buscando, quedaron consternados cuando de pronto callo herida en el suelo para
después desvanecerse en una bruma de polvo.
Otro caso que
fue divulgado en este pueblo y que dejo consternado por mucho tiempo…
Hubo un tiempo, que los rocosos
cerros de Ascope, eran frecuentados por curanderos y chamanes de la región,
para llevar a cabo sus rituales y mesadas. Y alguna otra ofrenda a la madre
tierra. Siempre se les podía ver adentrase por las empinas calles hasta llegar
a la falda de los cerros. La gente los veía llegar, casi a al anochecer, para
después de las doce, ir a pie a los lugares donde podían hacer sus ritos entre
la penumbra, tan solo alumbrados por alguna fogata. Los pobladores del lugar,
decían que se podían ver sus fogatas desde muy lejos en la noche y siempre era
frecuente verlos los viernes o martes de la tercera semana, especialmente en
luna llena.
Aconteció un día, donde uno de
ellos se instaló a las faldas de uno de estos cerros para vivir ahí, llegando a
construir una pequeña casa en una pendiente rocosa. Aquel hombre se dedicaba a
la curandería principalmente y, en poco tiempo, pudo hacerse conocido por los
lugareños.
Este hombre era de carácter recio
y fuerte, tenía una mirada penetrante que se divisaba entre unas frondosas
cejas. Algunos decían que aquel personaje había venido desde la parte norte de
Piura, y que sus anteriores trabajos, los había hecho en las lagunas de las
Huaringas. Este hombre, rápidamente se había hecho conocido en Ascope, por ser
muy hábil curando a la gente, que llegaban de distintas partes del Valle de
Chicama a visitarlo y, poco a poco iba ampliando su fama de santero.
Llego un día donde escucho él,
que algunos de los chamanes y medicastros de la zona, sentían celos de cómo la
gente siempre acudía a él para sacarlos de sus maldiciones o curarlos de
algunas dolencias espirituales. Y una noche después de hacer un ritual de
sanación, cuando baja por la empina de un cerro. Diviso que alguien venia hacia
él que, desde lejos, tenía la silueta de una mujer. Cuando ya estando cerca,
sintió que el cuerpo se le paralizo sin que le respondieran las extremidades, y
un frio intenso sintió que se adentraba en sus huesos. Rápidamente, sacando
fuerzas de toda la experiencia que tenía, repelió a aquel ser con una oración
que ahuyentaba a esta clase de entes siniestros. Cuando de repente, vio
claramente que este engendro, era una nigromántica mujer, era una bruja, pero
de las practicantes de magia negra. Que, al término de la oración, desapareció
entre la penumbra de la noche.
Él nunca se había enfrentado a
esta clase de entes, y aquella noche pudo con aquello. Desde ese día, siempre
andaba precavido para cualquier cosa que quiera atentar con su vida, y más con
su alma.
Pero maldad sentía
que lo seguía por entre las calles ascopanas, y en las noches había una clara
presencia de que alguien rondaba su casa.
Una tarde cuando
iba a ser un trabajo de curandería, se le acerco una mujer para preguntarle
sobre una dirección, cuando de repente, vio que saco un polvo de lo más extraño
y le soplo en el rostro, dejándolo completamente ciego. Pasaron los días y con
los conocimientos que tenia de curandería, hizo que la ciegues de sus ojos
desapareciera. Durante un tiempo comenzó a ser víctima de aquella mujer, que
sentía celos de su fama, y de algún modo, él siempre salía de los males a que
aquella bruja lo sometía.
Cansado de ser
víctima de aquello, fue donde unos amigos que eran practicantes de chamaneria y
que había veces, en que lo ayudaban a hacer algunos trabajos, y en este caso en
especial, deseaba que lo apoyaran a afrontar a esta malvada hechicera.
Una noche de
viernes, cuando se estaba realizando una fiesta patronal en el pueblo de
Ascope. Arriba en los cerros, un ritual se estaba realizando, un ritual de los
mas grande que se había hecho. Dos chamanes y aquel curandero, cada uno
portando una cruz de acero en un mano y extendió en el suelo en una manta color
rojo, una mesada provisto de amuletos, sahumerios, calaveras y frascos con sustancias
de mesclas de alcohol con hiervas. Se
pasaban un vaso con una bebida alucinógena a base de “San Pedro”, mientras
lanzaban canticos y oraciones al oscuro firmamento alumbrados solos por una
fogata. De pronto en el negruzco cielo, aprecio una bestia alada en forma de gallinazo.
Negra como la noche misma, negra como las almas de los condenados al infierno.
Aquel animal, rápidamente agarro con sus garras al curandero y lo alzo cuatro
metros al cielo. Sus amigos los chamanes, que aterrorizado; sacaron valor y
empezaron a gritar cantos y a rociar con sus bocas agua bendita que siempre
llevaban entre sus ropas.
La infernal
bestia, batía las alas mientras tomada con las garras los hombros de este
hombre. De repente el hombre que estaba tomado, le hunde el crucifico de acero
en una de sus patas, haciéndola caer con el peso de él mismo.
La endemoniada
bruja cayo, y los chamanes sin descanso le rociaban agua bendita, hasta que
delante de ellos tomo la forma de la mujer que era. Rápidamente el curandero,
le dio de comer sus heces cuando los chamanes la tomaban de los brazos y
mientras le hacía esto, le decía: “Así que me querías matar maldita bruja,
ahora tú te iras al infierno”.
Al amanecer, los
vecinos se alertaron que un olor a muerte se expedía de una de las casas del
centro ascopano. Cuando al llegar la policía, y lograr tumbar la puerta, yacía
en medio de la sala, una mujer desnuda, completamente muerta de varios días.
Mauricio Lozano