domingo, 9 de agosto de 2015

LAS BRUJAS DE ASCOPE



El Distrito de Ascope es conocido también por sus leyendas que ahí se cuentan, ya que es una de los poblados más antiguos del Valle de Chicama. Que, entre sus viejas calles adornadas con sus casonas de una arquitectura colonial, dejan todavía a la vista, la magnificencia y el resplandor de uno de los pueblos más bellos del pasado liberteño.  Los pobladores de Ascope siempre estuvieron expuestos a unos singulares hechos guardados en las memorias de los más ancianos y, muchos secretos entre sus calles se cuidan celosamente y, principalmente en sus pampas, vigiladas por el cerro “Cuculicote”. Ya que, en aquel lugar, se relatan todavía aun, mitos y leyendas, a aquellos quienes la visitan, y que dan más misticismo a estas tierras.
En “Cuculicote” se revelan hasta ahora acontecimientos paranormales, que en entre sus rocosas pendientes, se divisan todavía aun, algún u otro ser, salido del mas abismal averno. He incluso, se rumorea, que en “Cuculicote” hay una puerta que llega hasta el mismísimo infierno.
Las historias que presentaremos a continuación, son relatos de personas naturales de este pueblo, que les contaron a sus hijos y pasando luego por sus nietos. Los nombres fueron cambiados para mantener el anonimato de las personas involucradas. Estos hechos que brindaremos a continuación; sustenta más, que este lugar está provisto de misticismo fantástico, y mucho más por aquellos acontecimientos paranormales guardados en la memoria por los pobladores de este mágico lugar, de este “León dormido”; de esta tierra llena de “leyenda y cortesía”.

Un día del año de 1998, sucedió este extraño evento…

Una fría mañana del mes de agosto de aquel año; doña Nora una humilde mujer natural de Ascope. Iba de camino a buscar forraje para sus animales de corral. Esta señora natural de este pueblo, que vivía con sus dos pequeños hijos en una pequeña casa en la calle Progreso, muy cerca de la acequia que por muchos años los pobladores veían recorrer sus aguas, y que pasa por debajo de la calle en canales ocultos de esta avenida principal.
La costumbre de esta mujer, siempre era salir muy temprano para ir donde el pasto para sus animales, que, con saco y hoz, se dirigía por el camino de tierra al borde de la acequia que lo lleva al final de la calle Progreso y que, tras unos viejos algarrobos, se habría un frondoso monte rodeado por cultivos de maíz y otras clases de sembríos. En aquel lugar muy apartado de la urbe, yace una antigua plantación de árboles de eucalipto y donde nacen en medio de un campo unos helechos, que están rodeados por todo tipo de forraje que sirve de alimento para los animales de corral.
La última casa que se ve desde ese lugar, se divisa a muy lejos y solo el viento sopla ahuyentado el polvo que se guarda entre las tierras de algunos espinos y algarrobos que ahí habitan. La madre, coge su hoz y va cortando pedazos de hiervas dulces que son muy agradables para estos animales; ella dirige la vista entre la maleza, buscando y recogiendo acompañado por sus dos pequeños niños.
Cuando de repente, algo llama su atención. Escucha unos ladridos, pero no eran ladridos perros, eran como entre una mescla de aullido y ladrido. La madre temerosa de lo que puede ser, dirige su mirada hacia donde se originaban tales espantosos sonidos. Nunca imagino lo que diviso en ese instante. Vio un animal completamente negro y muy parecido a una grulla gigante, una gran ave, que daba esos horrorosos aullidos mesclados con ladridos. Cuando el horrendo mostró se dio cuenta, que esta mujer lo estaba viendo. Dirigió su vista hacia ella, con unos ojos llenos de furia y locura, y sin vacilar, arremetió contra ella y sus dos hijos. Cogiendo a uno de ellos con sus garras de una de sus piernas. La aguerrida madre, peleo duramente con aquel espantoso animal, que agredía la cabeza de ella, con feroces picotazos, y con sus grandes alas.
Al ver esta luchadora señora que aquella espantosa bestia se empeñaba a arrebatarle, unos de sus niños. Se armó de valentía y agarro una pierna de aquel terrorífico animal y le hundió la punta de la hoz que tenía en la mano, le hundió en la garra derecha que trataba de arrebatare su pequeño hijo. Para ventura de ella, la bestia, al sentir el filo de la hoz, salió despavorida de aquel lugar, abriendo sus negras alas y alzándose en veloz vuelo hacia el cielo.
Cuando todo regreso a la normalidad, y ya está grande dama respiraba viendo alejarse a aquella anormal bestia. La madre huyo también de este maldito lugar muy alejado del poblado. Tras caminar de la mano en paso veloz con sus hijos. Iba recopilando imágenes de su encuentro con la inexplicable aparición de este infernal ser, y mientras iba de regreso a su casa ya pasando el campo y ya estando por la calle Progreso. Algo empezó a atormentar su mente. Al recordar la mirada de aquel aterrador ser; al recordar las fijas pupilas de los ojos, que, teñidos con rojo sangre, y que la miraban llenos de odio y maldad. Su mente comenzó a divagar, mientras corría hacia su casa con sus hijos. Y es que la mirada de aquella endemoniada ave, eran tan humana y malvada a la vez, que esta valeros mujer, no podrá olvidar nunca. Ya estando en su casa, fue asistida por una de sus vecinas que al verla de lejos llegar corriendo muy asustada, la pregunto qué le había pasado. Dando esta su única respuesta: “Vecina, me encontré en el campo con una bruja”.

Otro evento similar muy contado por los pobladores de Ascope…

Una mañana del año de 1983, donde tormentosas lluvias aparecieron en el cielo. Dos policías salían de la comisaria en diligencia a hacia una de las casas, que queda en una de las pendientes rocosas del pueblo de Ascope. A donde van ellos, vive poca gente en esa zona; ya que al parecer es muy accidentada, pero las personas que se atrevieron a invadir y construir algunas casas de adobe y quincha. A punta de pico y pala, tallaron las grandes piedras que sirven de base para sus casas.
La mañana despertó fría y gris. La niebla de la madrugada todavía no se había disipado, aun, y más por los rayos de sol que no se hacían presentes todavía. La gente de esos tiempos, sufría de una epidemia veraniega de gripes, que siempre llevaba a alguna complicación o males relacionados con el aparato respiratorio.
La gente de esos años, era muy poca conocedora de las cosas modernas y, vivían en su mayoría, en una ignorancia, una ignorancia muy ajena de las personas de estos tiempos.
 Exactamente, las razones se desconocen, de por qué los policías emprendieron camino hacia aquella tan apartada casa de esta fémina, muy arriba del cerro, muy cerca del mirador ascopano. Pero si se sabe, que, aquella mujer; estaba acusada de ser cómplice de un asesinato, y fue llamada a la delegación para que conteste algunas preguntas de dicho crimen. Pese al aviso notificado, nunca se atrevió a dar su testimonio.
 De esta misteriosa mujer, solo se sabía que vivía sola, y que la veían bajar la pendiente hacia plaza, y que solía frecuentar algunos bares del lugar en las noches. Esta solitaria dama, que tenía el oficio de curandera. Las malas lenguas decían que:
“Tenía un pacto con el diablo”. Y en noches de luna, hechizaba a los hombres para que le cumplan todos sus caprichos, incluso, haciendo que maten, en nombre de ella, para fortalecer más su pacto con el rey del averno. Muchas mujeres acudían a ella también en busca de alguna solución, para que sus esposos no caigan en la seducción de otras mozas. Haciendo que las parejas queden completamente unidas por sus actos de hechicería.
Volviendo al relato de los policías. Se cuenta que cuando llegaron hacia la casa en busca de aquella extraña dama, supuesta-mente cómplice de aquel crimen, que tiene como tema actos de infidelidad. Los agentes, quedaron consternados, cuando vieron solo salir de la parte posterior de aquella rustica casa en la pendiente de un cerro; a un gran ganso negro que habría las alas y emprendía vuelo en un espanto total de aquellos hombres, que sin bacilar mucho, le dieron un tiro de revolver. Después, divisaron que se apartaba muy lejos en vuelo, pero poco a poco caía en picada hacia unas pampas muy cerca de unos campos de maíz. Cuando fueron a buscarla corriendo por entre las plantaciones de maíz, llegaron a unos rastros de sangre. Ellos, siguiendo esos rastros de bermeja sangre que se secaba rápidamente en la tierra. Llegaron a una parte del campo, donde divisaron a una mujer que iba cojeando desnuda con una herida en pierna de donde le brotaba espesa sangre, al percatarse ellos que era ala que estaban buscando, quedaron consternados cuando de pronto callo herida en el suelo para después desvanecerse en una bruma de polvo.

Otro caso que fue divulgado en este pueblo y que dejo consternado por mucho tiempo…

Hubo un tiempo, que los rocosos cerros de Ascope, eran frecuentados por curanderos y chamanes de la región, para llevar a cabo sus rituales y mesadas. Y alguna otra ofrenda a la madre tierra. Siempre se les podía ver adentrase por las empinas calles hasta llegar a la falda de los cerros. La gente los veía llegar, casi a al anochecer, para después de las doce, ir a pie a los lugares donde podían hacer sus ritos entre la penumbra, tan solo alumbrados por alguna fogata. Los pobladores del lugar, decían que se podían ver sus fogatas desde muy lejos en la noche y siempre era frecuente verlos los viernes o martes de la tercera semana, especialmente en luna llena.
Aconteció un día, donde uno de ellos se instaló a las faldas de uno de estos cerros para vivir ahí, llegando a construir una pequeña casa en una pendiente rocosa. Aquel hombre se dedicaba a la curandería principalmente y, en poco tiempo, pudo hacerse conocido por los lugareños.
Este hombre era de carácter recio y fuerte, tenía una mirada penetrante que se divisaba entre unas frondosas cejas. Algunos decían que aquel personaje había venido desde la parte norte de Piura, y que sus anteriores trabajos, los había hecho en las lagunas de las Huaringas. Este hombre, rápidamente se había hecho conocido en Ascope, por ser muy hábil curando a la gente, que llegaban de distintas partes del Valle de Chicama a visitarlo y, poco a poco iba ampliando su fama de santero.
Llego un día donde escucho él, que algunos de los chamanes y medicastros de la zona, sentían celos de cómo la gente siempre acudía a él para sacarlos de sus maldiciones o curarlos de algunas dolencias espirituales. Y una noche después de hacer un ritual de sanación, cuando baja por la empina de un cerro. Diviso que alguien venia hacia él que, desde lejos, tenía la silueta de una mujer. Cuando ya estando cerca, sintió que el cuerpo se le paralizo sin que le respondieran las extremidades, y un frio intenso sintió que se adentraba en sus huesos. Rápidamente, sacando fuerzas de toda la experiencia que tenía, repelió a aquel ser con una oración que ahuyentaba a esta clase de entes siniestros. Cuando de repente, vio claramente que este engendro, era una nigromántica mujer, era una bruja, pero de las practicantes de magia negra. Que, al término de la oración, desapareció entre la penumbra de la noche.
Él nunca se había enfrentado a esta clase de entes, y aquella noche pudo con aquello. Desde ese día, siempre andaba precavido para cualquier cosa que quiera atentar con su vida, y más con su alma.
Pero maldad sentía que lo seguía por entre las calles ascopanas, y en las noches había una clara presencia de que alguien rondaba su casa.
Una tarde cuando iba a ser un trabajo de curandería, se le acerco una mujer para preguntarle sobre una dirección, cuando de repente, vio que saco un polvo de lo más extraño y le soplo en el rostro, dejándolo completamente ciego. Pasaron los días y con los conocimientos que tenia de curandería, hizo que la ciegues de sus ojos desapareciera. Durante un tiempo comenzó a ser víctima de aquella mujer, que sentía celos de su fama, y de algún modo, él siempre salía de los males a que aquella bruja lo sometía.
Cansado de ser víctima de aquello, fue donde unos amigos que eran practicantes de chamaneria y que había veces, en que lo ayudaban a hacer algunos trabajos, y en este caso en especial, deseaba que lo apoyaran a afrontar a esta malvada hechicera.
Una noche de viernes, cuando se estaba realizando una fiesta patronal en el pueblo de Ascope. Arriba en los cerros, un ritual se estaba realizando, un ritual de los mas grande que se había hecho. Dos chamanes y aquel curandero, cada uno portando una cruz de acero en un mano y extendió en el suelo en una manta color rojo, una mesada provisto de amuletos, sahumerios, calaveras y frascos con sustancias de mesclas de alcohol con hiervas.  Se pasaban un vaso con una bebida alucinógena a base de “San Pedro”, mientras lanzaban canticos y oraciones al oscuro firmamento alumbrados solos por una fogata. De pronto en el negruzco cielo, aprecio una bestia alada en forma de gallinazo. Negra como la noche misma, negra como las almas de los condenados al infierno. Aquel animal, rápidamente agarro con sus garras al curandero y lo alzo cuatro metros al cielo. Sus amigos los chamanes, que aterrorizado; sacaron valor y empezaron a gritar cantos y a rociar con sus bocas agua bendita que siempre llevaban entre sus ropas.
La infernal bestia, batía las alas mientras tomada con las garras los hombros de este hombre. De repente el hombre que estaba tomado, le hunde el crucifico de acero en una de sus patas, haciéndola caer con el peso de él mismo.
La endemoniada bruja cayo, y los chamanes sin descanso le rociaban agua bendita, hasta que delante de ellos tomo la forma de la mujer que era. Rápidamente el curandero, le dio de comer sus heces cuando los chamanes la tomaban de los brazos y mientras le hacía esto, le decía: “Así que me querías matar maldita bruja, ahora tú te iras al infierno”.
Al amanecer, los vecinos se alertaron que un olor a muerte se expedía de una de las casas del centro ascopano. Cuando al llegar la policía, y lograr tumbar la puerta, yacía en medio de la sala, una mujer desnuda, completamente muerta de varios días.

Mauricio Lozano


No hay comentarios: