Don Feliciano, un antiguo poblador de Facala, relata
que cierta noche mientras se hallaba regando el campo en donde está ubicada la
huaca La Torta, se presentó una bola luminosa, como si pendiera de algo
invisible en el cielo.
El objeto luminoso irradiaba una luz esplendorosa, que
parecía estar de día, a las 11 y 30 de la noche. Dice que la bola a ratos se
agrandaba y, a ratos, se empequeñecía, sin perder su intensidad la luz. No se apagó
hasta que termine de regar el campo.
El farol aparecía y desaparecía de la nada, recuerda.
Augusto Pérez, por su parte, traer a la memoria que su
padre, en vida, le había contado también algo sobre el farol. Dijo que lo había
visto en el cerro Botija, en Pampas de Ventura y que, luego de trajinar desde
el cerro Ascope, se perdía en el cementerio viejo del pueblo Ascopano.
La luz intermitente, se interrumpía de momento y volvía
a empezar a alumbrar de modo alternativo. La luz que irradiaba tenía varios
tonos: amarillo, rojo, verde y celeste, parecido al arco iris, solía decir,
para luego añadir que la luz era redonda, como un auténtico farol, recuerda don
Augusto.
Luis Chuiquipoma Muñoz
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