Pasada la
media noche de un invernal mes, donde la fría y húmeda madrugada despertaba en
la soledad la calma y la finalidad del cansancio después de un día laborable de un hombre que retornaba
lentamente a casa. Y que al pasar de los años de transitar por estos lugares,
nunca se había chocado con malhechor o gente de malvivir que también circulaban
en altas horas de la madruga esas sendas.
Se divisar
con aquel lúgubre camino entre la penumbra y con la luz de la luna, la silueta
de este trabajador que tenía como tarea, el riego de los campos de caña de azúcar
de la antes llamada: Cooperativa Agraria Azucarera Casa Grande.
Aquel
padre de familia, que con mochila y pala en mano, y que sin miedo alguno, se adentraba
diariamente, por aquellos ya conocidos caminos por él, y en pasos de agotamiento
por la ardua faena en medio de un laberíntico pasaje de cañaverales inundado de
una escasa y gélida niebla. Encendía algún cigarrillo para apaciguar el frió y contrarrestar
los aires de la mala noche.
En su
recorrido, entre las espigadas y puntiagudas cañas, apenas se escuchaba el
bullicio de algunos insectos y aves nocturnas que acompañaban su transitar por aquel silencioso lugar.
Esos camino era habituales y rutinarios en su trajín diario y
que afanoso los transitaba después de
terminar sus labores de campo; pero en esta ocasión, invadido por la curiosidad,
decidió ir por otra travesía -como para cortar camino- y, en ese trance se dijo
a sí mismo; sin imaginar a donde conducía esta vía.
“Esta vez quiero llegar más temprano… cortare camino por esta
calle de cañaverales, para llegar antes del amanecer a casa”
Pasaron varios minutos de su caminata por esta nueva senda, cuando de pronto escucho y diviso a lo lejos una misteriosa y antigua carreta jalada por un par de caballos que iba haciendo un estremecedor ruido metálico con las ruedas y herraduras sobre el asfalto de la carretera.
Al perderse entre el silencio de la noche y al acercarse sigilosamente sin presagiar, se dio con la sorpresa de que el camino conducía a un antiguo cementerio, y, al pasar por ahí, vio que un poderoso personaje de extrañísima y elegante apariencia vestido de traje oscuro y sobrero de copa, salía del panteón. Y con un estridente látigo que hacía retumbar cada vez que chocaba con el suelo, flagelaba a una gran multitud de condenadas almas que no encontraban la paz eterna. Este sombrío sujeto, dispersaba con su látigo a aquellos condenados espíritus y lograba desaparecerlos entre la oscuridad de la noche. Entre tanto que flagela aquellas perdidas almas, se dio cuenta de la presencia del regador que pasaba por el lugar, y empezó a seguirlo rápidamente con el látigo y con la intención de agredirle; pero aquel hombre, corrió tan rápido como pudo, y se perdió dentro de los cañaverales, para ponerse a buen resguardo y llegar antes del amanecer a su casa.
Pasaron varios minutos de su caminata por esta nueva senda, cuando de pronto escucho y diviso a lo lejos una misteriosa y antigua carreta jalada por un par de caballos que iba haciendo un estremecedor ruido metálico con las ruedas y herraduras sobre el asfalto de la carretera.
Al perderse entre el silencio de la noche y al acercarse sigilosamente sin presagiar, se dio con la sorpresa de que el camino conducía a un antiguo cementerio, y, al pasar por ahí, vio que un poderoso personaje de extrañísima y elegante apariencia vestido de traje oscuro y sobrero de copa, salía del panteón. Y con un estridente látigo que hacía retumbar cada vez que chocaba con el suelo, flagelaba a una gran multitud de condenadas almas que no encontraban la paz eterna. Este sombrío sujeto, dispersaba con su látigo a aquellos condenados espíritus y lograba desaparecerlos entre la oscuridad de la noche. Entre tanto que flagela aquellas perdidas almas, se dio cuenta de la presencia del regador que pasaba por el lugar, y empezó a seguirlo rápidamente con el látigo y con la intención de agredirle; pero aquel hombre, corrió tan rápido como pudo, y se perdió dentro de los cañaverales, para ponerse a buen resguardo y llegar antes del amanecer a su casa.
Anónimo
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