Muchos misterios envuelven el Valle de
Chicama. Y tantos son comentados por la gente de los pueblos, que a menudo se
les podía escuchar en sus reuniones noctámbulas, en medio de risas y
comentarios de los pormenores de su vida diaria. Pero dentro de todos ellos,
destaca uno que casi todos han podido presenciar y que no solo es señal de mal
augurio. Si no que también es un hecho que da pie a lo que tantas veces se ha
podido presenciar y que la gente del lugar, sabe con seguridad que pasara al
escuchar el aullido del perro.
Lo cierto es que, ninguno ha podido descifrar, qué es lo que sientes los canes,
cuando ven llegar a la muerte en las casas donde ya está en sus últimos días,
alguien que reside en ella o en alguna vivienda contigua. Lo cierto es que es
de seguro que alguien morirá ahí.
Algunos dicen que los perros ven al alma del moribundo; otros dicen que ven a la muerte misma, que llega días antes a visitar al enfermo, antes que de su último
suspiro. Y otros dicen que sienten la pesadez de la muerte que ha de llegar.
Aquel aullido es prologado y quejumbroso, casi como un grito. Y los que lo han podido escuchar muy cerca, dicen que sienten un escalofrío de terror que congela la
sangre de hasta el más valiente.
Los más ancianos cuando escuchan este aulló, se persigna en señal de protección a su alma. Y dan un pequeño silencioso rezo, para los que dejan esta tierra en paz.
Mauricio Lozano
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