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martes, 1 de noviembre de 2016

LOS 100 CHINOS DESAPARECIDOS

Un huaquero covando en un lugar denominado las 3 huacas, encontró una corona de oro puro. Este huaquero queriendo quedar bien con su dueño, se la llevó para regalarsela,pero este, en vez de agradecerle le dijo:¡tú me has robado todo este oro! .

Entonces el señor Víctor Larco mandó que lo mataran, pero antes le dijo el lugar de donde había sacado el oro. Al morir este esclavo, el señor Víctor Larco mando a 100 chinos que eran sus esclavos al lugar que le había indicado y les dijo:“vayan a las 3 huacas a cavar para sacar todo el oro ” y los Chinos obedecieron a su patrón .

Así pasaron varios días y haci los chinos lograron a ver como brillaba el oro ,en tanto que ellos cavaban iban viendo más oro, oro puro.

Mientras los chinos trabajaban escucharon una voz que les decía :

Hombres sigan cavando, sigan cavando que pronto nos veremos mejor y nos conoceremos mucho más.

Sin darle importancia los Chinos seguían cavando .

En eso uno de los chinos se dio cuenta que la huaca se estaba tapando , pero nadies les hizo caso y siguieron trabajando como buenos Chinos.

Todos seguían cavando cuando se dieron cuenta que lo que les había dicho su compañero era verdad. Pero era demasiado tarde, la huaca se estaba tapando y ya nadie podía salir. De un momento a otro las tres huacas se taparon por completo encerrandolos dentro de ella para siempre.

Ahora a esta leyenda se le conoce como el nombre de LOS CIEN CHINOS DESAPARECIDOS.


Anónimo

viernes, 19 de febrero de 2016

EL COMPADRE Y LA COMADRE

La tarde caía y dos almas se susurraban cosas al oído, por entre los matorrales, por entre los espinos y algarrobos de los campos, muy lejos de la gente, muy lejos de la vista de sus familiares y amigos. Ellos se refugiaban al atardecer muy cerca de una empinada de un cerro que les servía como mirador, mientras se surtían de besos y caricias, tan solo con la voz del viento y la mirada del sol, la luna y las estrellas. Ahí se llenaban de  amor mutuo, de aquel  amor prohibido; ya que aquella pareja tenían una relación de compadrazgo solamente y que poco a poco se tornó en un amor apasionado, que incluso desafiaba y rompía con todas las leyes que regían las personas muy vinculadas a tener una vida bien estructurada e integra moralmente.


En aquellos años en la hacienda “Tulape” (Roma), los pobladores vivían al abrigo de los hacendados y las órdenes de los capataces. Ellos pasaban sus vidas orientadas en el trabajo duro y las buenas costumbres. Pero aquellos seres que  a escondidas se aman en secreto, sin que nadie perturbe sus encuentro amorosos por miedo al escándalo y la vergüenza de sus familias. Muy lejos, daban rienda suelta a sus bajos instintos, sin que nadie los moleste, sin que nadie perturbe sus encuentros amorosos.


Ellos pasaban sus tardes entre caricias y besos. Desnudos entre los matorrales, acostados entre los pastos de lo juncos de las acequias y cañaverales. Ahí se aman ocultos entre las hierbas y árboles, entre los rocosos pasajes de los cerros y piedras, que daban refugio en el morir del día. Sus encuentros fugaces mantenían un ritmo en que nadie se de cuenta,  y llegaban así a sus casas, sin que nadie sepa de la doble vida que llevaban los compadres.


Pero un día cuando ellos se disponían a seguir con sus encuentros pecaminosos en medio del campo en aquel cerro. Una entidad de la naturaleza los convierto en piedra, como castigo a su pecado, en el mismo sitio donde sus vistas se encontraban al crepúsculo de la tarde, dejándolos inmortalizados en aquel rocoso lugar. Este mito también cuenta, que si pasas por aquel cerro a las doce de la noche, también llevarás el mismo destino que los compadres.

Mauricio Lozano