La familia Lizarzaburu afincada en Trujillo pasaba por aprietos económicos, y comentandolo aquello con su compadre un indio que vivía en Paijan. Decidieron en pedirle ayuda. Aquel indio se compadecido de ellos y les ofreció algo que los sacaría de la bancarrota.
El indio les hizo el favor con un préstamo en BARRAS DE ORO. Aquel familiar de procedencia indígena, tenía un escondite donde yacían sus valiosas barras de oro. Pero la condición era que los llevaría a los Lizarzaburu a su escondite en lomo de bestia, siempre y cuando estén con los ojos vendados; para que no conozca el lugar. Aquel celoso benefactor dejó bien en claro que no digan a nadie de la existencia de su riqueza, ni tampoco, quien les había dado; porque de lo contrario morirían.
Los Lizarzaburu comenzaron a demostrar sus nuevos signos de poder económico. Por lo que la policía comenzó a sospechar que estaban en cosas ilícitas, y los tomaron prisionero. Al tenerlos encerrados los hicieron declarar y dijeron quién les había entregado las barras de oro. La policía de Paijan ya sabiendo de la existencia del indio y su riqueza de dudosa procedencia, fueron en su búsqueda. Pero cuando llegaron a la casa del compadre, se dieron con la sorpresa que había muerto y ya lo velaban.
Mauricio Lozano
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