Hace
muchísimos años, seres que vivieron antes de los Incas habitaron el extenso
territorio del Valle Chicama, así como otros lugares de la costa y la sierra
del país. Era una raza idolatra o pagana de costumbres bien definidas, que acostumbraban
enterrarse con todas sus cosas, porque pensaban en la posterioridad, en una
supervivencia mejor.
En la obra
“Comentarios Reales de los Incas”, el Inca Garcilaso de la vega, dice que los
gentiles tenían la misma barbaridad que en sus dioses y sacrificios. Sus
pueblos no tenían plaza, ni orden de calles, ni casas. Eran como regaderos de
bestias. Que, por causas de las guerras, unos poblaban los cerros o peñas
altas, a manera de fortaleza, en donde fuesen menos ofendidos de sus enemigos;
otros, vivían desparramados por el campo, los valles y las quebradas, cada uno
como acertaba a tener la comodidad de su comida y morada.
Los gentiles
vivían como animales de diferente especie, sin juntarse, ni comunicarse, ni
tratarse. Dichos pueblos eran gobernados por el que tenía ánimo para mandar a
los demás, quien trataba a sus vasallos con tiranía y crueldad; sirviéndose de
ellos como esclavos, usaban a sus mujeres e hijas a toda su voluntad. Se hacían
la guerra unos a otros.
No tuvieron
dioses, ni siquiera supieron que cosa era adorar. Poseían poderes físicos
descomunales.
El mundo de
los gentiles, actualmente, está en el subsuelo, profundo y oscuro, en las
huacas o tumbas. Hay huacas en la superficie de la tierra y en los cerros y,
según dicen la gente, son lugares encantados. Además, subrayan: Cada huaca
tiene alma propia, formada por una vida oculta que se manifiesta en horas de la
mañana, en horas de la tarde y a medianoche.
Es decir,
cobran vida para alejar a los supuestos profanadores de tumbas y así lograr
encantar a alguien, haciéndolo botar espuma por la boca. Los gentiles no
quieren que nadie entorpezca el descanso eterno encontrado en su seno.
Las huacas
poseen un poder extraordinario, pues aquel que se atreve arrancarle sus
secretos o sus tesoros, acaba loco, que más tarde lo conducen irremisiblemente
a la muerte. A ese mal se le llama “Mal de Huaca”.
Por eso,
dice la gente, cuando una persona va a profanar una tumba y no regresa a su
casa: “Lo ha tragado la huaca”.
Los gentiles
y personajes mágicos tienen el don de aparecer y de desaparecer. Y su conducta
varía según la zona. Algunos juegan con los terrestres; otros, asustan y
enferman a quienes los ven.
Mario Polia
afirma que los gentiles eran sabios y videntes, ya que podían adivinar la
llegada de un cataclismo; además usaban hierbas para ver, como los curanderos y
los brujos de hoy, y que la era de los gentiles ha sido clausurado por un
diluvio.
En la
síntesis que hace Polia señala, también, que el mundo de los gentiles era
totalmente diferente, hasta opuesto al mundo de los Incas. El mundo de los
gentiles y sus objetos son malos si son usados por los maleros. El mundo de los
gentiles carecía por completo de orden moral y los lazos básicos que unen a la
sociedad andina eran ausentes.
Hace
muchísimos años, han sido vistos en diferentes ocasiones, a eso de medianoche.
Por ejemplo, en un cerrito ubicado en el camino que une a mocan con Paijan,
solía salir un indiecito portando un arco y una flecha que se ponía a bailar en
medio de una hoguera. No hacía daño a nadie, pero, por un temor infundado, la
gente prefería desviarse del camino.
Asimismo,
aparecía en Cajamarca y Lambayeque. Una de las particularidades de los
testimonios de los gentiles, relacionados con algunas comunidades indígenas de
la costa norte, se referiré a su intensa vida amorosa con los pobladores,
hombres y mujeres, de la localidad. En Piura, las versiones recogidas sobre los
gentiles indican, además de las virtudes y atributos positivos de estos seres,
críticas por su conducta moral.
Para los
chamanes o curanderos, las huacas poseen el poder ancestral de los espíritus de
nuestros antepasados y, las cosas u objetos que se encuentran en sus entrañas,
como ceramios, piezas antiguas de piedra labrada, metales, etc. Tienen mucho valor;
pues son utilizados en la “mesa” de los maestros curanderos.
La historia
de los gentiles, como se puede ver, está extendida por todo el país y, se sabe
que hay gentiles hombres y gentiles mujeres.
Luis
Chuquipoma Muños
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